Fr. Malloy’s Midweek Message. June 6, 2023
Friends,
This
Sunday we celebrate the Feast of the Body and Blood of Christ. Along with
Pentecost and the Feast of the Holy Trinity, this focus on the Eucharist
plunges us into the central mystery of our faith: Our
God is an incarnate God, a God with and for us. In Jesus, God takes on human flesh, human
reality. Our God is as real as the heart
pumping in each of us. Our God is as
real as the food we eat every day. Our
God feeds us as the Israelites were fed with manna in the desert.
In our
celebration of the Eucharist, the Mass, Jesus is really, substantially, present
in four ways. In the community gathered, in the Word proclaimed, in
the person of the priest, and in the consecrated bread and wine. In this work of the people, the liturgy, the
sacrifice of Jesus on the cross continues to save and transform us.
One person, bemoaning
the fact that so many take the Eucharist for granted and show little response
to this great gift and mystery, challengingly asks, “What if the bread and wine
change, but we don’t?” The grace of
Eucharist transforms us in Christ to become his body in the world today. In John’s Gospel, Jesus proclaims:
“I am
the bread of life. … I am the living
bread that came down from heaven; whoever eats this bread will live forever;
and the bread that I will give is my flesh for the life of the world.” The Jews quarreled among
themselves, saying, “How can this man give us [his] flesh to eat?” Jesus said to them,
“Amen, amen, I say to you, unless you eat the flesh of
the Son of Man and drink his blood, you do not have life within you. Whoever eats my flesh
and drinks my blood has eternal life, and I will raise him on the last day. For my flesh is true
food, and my blood is true drink. Whoever eats my flesh and drinks my blood
remains in me and I in him. …
Then many of his disciples who were listening said, “This saying is hard; who can accept it?”
Since Jesus knew that his disciples were murmuring about this, he said
to them, “Does this shock you? What if you were to see the Son of Man
ascending to where he was before? It is the spirit that gives life, while the flesh is of no
avail. The words I have spoken to you are spirit and life.
But there are some of you who do not
believe.” …
As a result
of this, many [of] his disciples returned to their former way of life and no
longer accompanied him.
Jesus then said to the Twelve, “Do you also want to leave?” Simon Peter answered
him, “Master, to whom shall we go? You have the words of eternal life. We have come to
believe and are convinced that you are the Holy One of God.” (John 6)
Our praying the
Eucharist sends us forth to transform our world. Many find it difficult to accept the
challenge of this teaching. So it was in
Jesus’ time. So it is in ours. Let’s ask God to help us receive the
Eucharist in ways that truly transform us.
The Eucharist makes us disciples who are Happy and Healthy and Holy and
Free.
Peace,
Fr. Rick Malloy, S.J.
Keep Safe.
Keep Sane. Keep Smiling
Fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo
El Miercoles Mensaje del Padre Malloy, S.J. 6 de Junio, 2023
Amigos
y Amigas,
Este domingo celebramos la
Fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Junto con Pentecostés y la fiesta de la
Santísima Trinidad, esta concentración en la Eucaristía nos sumerge en el
misterio central de nuestra fe: Nuestro Dios es un Dios
encarnado, un Dios con y para nosotros. En Jesús, Dios toma carne humana, realidad
humana. Nuestro Dios es tan real como el
corazón que late en cada uno de nosotros.
Nuestro Dios es tan real como los alimentos que comemos cada día. Nuestro Dios nos alimenta como los israelitas
fueron alimentados con el maná en el desierto.
En nuestra celebración de
la Eucaristía, la Misa, Jesús está real, sustancialmente, presente de cuatro
maneras. En la comunidad reunida,
en la Palabra proclamada, en la persona del sacerdote y en el pan y el vino
consagrados. En esta obra del pueblo, la
liturgia, el sacrificio de Jesús en la cruz sigue salvándonos y
transformándonos.
Una persona,
lamentando el hecho de que tantos den por sentada la Eucaristía y muestren poca
respuesta a este gran don y misterio, pregunta desafiante: "¿Y si el pan y
el vino cambian, pero nosotros no?".
La gracia de la Eucaristía nos transforma en Cristo para convertirnos en
su cuerpo en el mundo de hoy. En el
Evangelio de Juan, Jesús proclama:
"Yo soy el pan de vida. ... Yo soy el pan vivo bajado del cielo; el
que coma de este pan vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne para
la vida del mundo". Los judíos
discutían entre sí, diciendo: "¿Cómo puede éste darnos [su] carne a
comer?". Jesús les dijo: "En verdad, en verdad los
digo: si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene
vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi
sangre es verdadera bebida. El que come
mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. ...
Entonces muchos de sus discípulos que estaban
escuchando dijeron: "Esta palabra es dura; ¿quién puede aceptarla?". Como Jesús
sabía que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: "¿Los escandaliza
esto? ¿Y si vieran al Hijo del hombre
subir a donde estaba antes? Es el
espíritu el que da vida, mientras que la carne no sirve para nada. Las palabras
que los he hablado son espíritu y vida.
Pero hay algunos de Uds. que no creen". ...
A raíz de esto, muchos de
sus discípulos volvieron a su antiguo estilo de vida y dejaron de
acompañarle. Jesús dijo entonces a los
Doce: "¿También Uds. quieren marcharse?". Simón Pedro le respondió: "Maestro, ¿a
quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna. Hemos llegado a creer y estamos convencidos
de que tú eres el Santo de Dios". (Juan 6)
Rezar la Eucaristía
nos envía a transformar nuestro mundo. A
muchos les cuesta aceptar el desafío de esta enseñanza. Así fue en tiempos de Jesús. También en la nuestra. Pidamos a Dios que nos ayude a recibir la
Eucaristía de manera que realmente nos transforme. La Eucaristía nos hace discípulos felices,
sanos, santos y libres.
La
Paz,
P.
Ricardo Malloy, S.J.
Sigamos Seguro.
Sigamos Sano. Sigamos Sonriendo
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